MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Una serie de eventos sumamente graves piden que reflexionemos sobre ellos

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La Comisión Nacional del Agua (Conagua), con la intención de cumplir con el Tratado de Límites y Aguas de 1944 entre Estados Unidos y México, en su ciclo 35, pasando por encima de las necesidades de los campesinos de Chihuahua, pretendía desviar –para garantizar las necesidades de los productores texanos- hacia el país del norte mil millones de metros cúbicos del vital líquido almacenados en La Boquilla, que representan la mitad del volumen actual de la presa. Para alcanzar tal fin, el Gobierno Federal envió en los dos días que se agravó el conflicto, varios cientos de efectivos del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional, con el fin de abrir las compuertas de la presa. Los productores locales, argumentando que el saldo de agua en la presa después de consumada la arbitraria decisión no les alcanzaría “ni para la mitad del año”, afectando así fuentes de empleos, ingresos, y el sustento de cientos de familias que dependen de la actividad agropecuaria. Al no encontrar eco a su petición, se reunieron por cientos y marcharon hasta replegar a los cuerpos armados. Estos, finalmente, se retiraron. Basta ver los videos de la gente que defendía legítimamente sus derechos para saber que estaban decididos a llegar hasta las últimas consecuencias en la defensa del agua para sus actividades productivas: “defenderemos con sangre el agua”, decían, y a juzgar por sus semblantes, y la decisión con que hicieron frente a los cuerpos armados, habría que creerles.

Los asesinatos de tres estudiantes de medicina y un conductor de Uber en Puebla, suscitados el 23 de febrero de los corrientes, conmocionaron al país entero. Miles de estudiantes universitarios iniciaron movilizaciones para protestar por el terrible hecho y demandar justicia y seguridad. El movimiento ha concitado la simpatía y el apoyo del país entero. Al día de hoy el movimiento ha mostrado fuerza y ha llegado incluso a manifestarse a las puertas de Palacio Nacional.

Cuarto. Los brutales feminicidios en diversos puntos del país que no dejan de estremecernos por la sevicia con que son cometidos. Es un indescriptible desfile del horror que incluso ha tenido eco a nivel mundial. Lleva ya meses el movimiento feminista que mantiene en vilo al país, pidiendo estrategias de seguridad reales, concretas e inmediatas para erradicar los brutales abusos contra las mujeres y así poder acallar sus gritos de protesta.

El empeoramiento de los servicios públicos de salud que tiene en alerta máxima y movilizándose permanentemente a las víctimas de la criminal conducta oficial en distintos puntos del país y a todas horas.

Común denominador de todos estos movimientos de protesta social –y muchos más que no incluimos en obvio de espacio- es que son motivados por el gobierno, al tomar medidas ilegales e ilegítimas en algunos casos, o al permanecer impasible, sin acciones eficaces para remediar graves problemas del país. También es común a aquellos el hartazgo por la situación vivida, la justeza de sus reclamos –que ha concitado la solidaridad nacional hacia ellos- el valor y la decisión de cientos y aún miles para manifestarse públicamente y exigir que sus reclamos sean atendidos.

Sin embargo, excepto uno, todos son movimientos espontáneos, reacciones provocadas por el terror y la injusticia que han sentado sus reales en el gobierno de AMLO. Son movimientos que, así como surgen, después de alcanzar algún resultado inmediato cesan, volviendo a resurgir en cuanto se presenta una nueva crisis que los alimenta. También, puede ocurrir que al no encontrar absolutamente ninguna respuesta empiecen, como ya algunos han iniciado, a tomar medidas desesperadas que terminen afectándolos más que acarreándoles beneficios.

Dentro de los descritos, destaca el movimiento de los antorchistas, pues la actual lucha es solo un escalón más de la liza de largo aliento que comenzó en 1974 en Tecomatlán, Puebla. Hoy solo defiende su derecho a competir electoralmente con registro propio, y esta capacidad que ya ganó entre el pueblo se la niega ahora un gobierno abusivo con ínfulas de democrático. Antorcha tiene 46 años trabajando en el campo, en las goteras de las ciudades, en las serranías más inaccesibles, en barrios, en escuelas, colonias, peleando por obras y servicios públicos, educando a la juventud, enseñando las artes y fomentando el deporte, trabajando entre jóvenes, niños, adultos, ancianos, deportistas, artistas, campesinos y obreros; son cuarenta y seis años de resultados palpables y fácilmente comprobables a favor de millones de mexicanos. Y esto lo ha logrado sin padrinos políticos sino solamente con esfuerzo denodado de todos sus integrantes y la guía de una pléyade de dirigentes capaces y leales a los desheredados, a cuya cabeza se encuentra el genial Aquiles Córdova Morán. El Movimiento Antorchista es, objetivamente, un fenómeno social inédito en la historia del país, de mucha experiencia en la lucha social y que conduce científicamente su acción. 

Esta conducción es la que permite que Antorcha haya concluido desde hace tiempo que la solución a los males del país pasa por un cambio de modelo económico que reduzca la desigualdad social y la pobreza que le es aneja, origen último de todas las lacras que padecemos hoy día, raíz de los problemas que enfrenta cada uno de los movimientos populares que hoy abundan en el país. Pero un nuevo modelo de país no puede ser obra de un gobierno autista, que lejos de corregir descompone, y lejos de escuchar, ignora y aun descalifica e insulta. El proyecto de gobierno de Antorcha, aunque aún a grandes rasgos, ha sido lanzado al público y augura un futuro mejor para las mayorías.

Con todo lo que pueda representar el Movimiento Antorchista es imposible -y así se entiende al interior de él-, que logre su ambicioso y noble cometido con las fuerzas con que cuenta en la actualidad. Así, está incapacitado para lograr su cometido, fracasará. Pero ningún movimiento espontáneo solo logrará nunca la solución a su problema; con todo y sus innegables bondades, sus alcances serán temporales, incompletos o en el peor de los casos, contraproducentes, puesto que no atacarán la raíz del problema sino solo algunas de sus manifestaciones más visibles. Antorcha necesita de los demás movimientos, pero los demás movimientos necesitan de Antorcha; existe una relación de dependencia recíproca: o se unen y salen adelante juntos, o fracasarán por separado. Por ello, el sabio guía de los trabajadores mexicanos ha descrito claramente los pasos para reorientar el rumbo de la nación y no seguir enfilándonos al caos social: todos los atropellados por la 4T, únanse a nosotros, vayamos juntos en la lucha por construir una patria grande y poderosa, que se sobreponga a los problemas y brille en el concierto de las naciones. Unámonos para sacar del poder ahora a Morena, un accidente en la historia del país, y después avanzar unidos en la reconstrucción de la patria.

Analicémoslo mexicanos, sectores diversos, partidos, gremios, todos, coaliguémonos para presentar con una sola dirección y un solo, científico e incluyente proyecto, candidaturas de unidad y disminuir de golpe mediante las elecciones de 2023, el poder destructivo de Morena para después, en 2024, sacarlo del poder. Trabajemos en esta dirección; todos cederemos cierta independencia, pero ganaremos en alcances, fortalezcámonos con la unidad de las dispersas energías, defendámonos acumulando una fuerza imparable de millones de mexicanos conscientes que den la lucha electoral como uno solo. Que así se dirima el conflicto y no en el terreno del abuso de poder que es donde los morenistas son expertos. Hoy, aún estamos a tiempo.

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