Una manera de expresar nuestros sentimientos y emociones es a través de la música, del canto; a través de las bellas letras escritas por quienes tienen talento de poetas y por quienes tienen talento para musicaliarlas.
Los seres humanos comunes y corrientes que todos los días trabajamos para vivir –desgraciadamente los poetas y los músicos también trabajan para vivir, pero se solventan con su talento artístico, aunque muchas veces de manera precaria–, nos apropiamos de lo hecho por otros para expresar nuestras alegrías, sinsabores y tristezas. Todos hemos tarareado o cantado bellas canciones cuando sentimos que un sentimiento se nos desborda y solo atinamos arecordar algún fragmento de alguna canción que refleja lo que en ese momento estamos sintiendo.
Vagamente recuerdo un pasaje de la hermosa novela del escritor ruso León Tolstói, “Guerra y Paz” –la cual leí hace algunos años– en la que describe un momento de paz de uno de los personajes que guerreaba en contra de las tropas de Napoleón Bonaparte: mientras placidamente cepillaba a su caballo, el personaje empezó a tararear una canción y terminó cantándola; no porque quisiera que alguien escuchara su entonada voz ni porque quisiera escucharla él mismo, sino porque tuvo la la necesidad de expresar así su sentir. Las canciones, pues, ejercen una especid de catarsis que limpia nuestra alma o espíritu para que siga librando batallas en la vida.
Cuando el ser humano tiene una alteración pasajera del ánimo, ya sea por una situación penosa o agradable que nos cause alegría, tiene la necesidad de expresar ese sentir a través de las canciones producto del talento de poetas, letristas, y músicos, quienes con sus creaciones rinden homenaje a algo o a alguien , pero que nosotros nos identificamos con los sentimientos que ahí expresan y nos apropiamos de ellas y, si no sabemos cantar, las tarareamos. Con ese simple hecho, limpiamos nuestro espíritu de sentimientos de desamor, amargura o, simplemente manifestamos la alegría de algún buen acontecimiento que experimentemos.
Como dice la cantante colombiana Totó la Momposina: “la voz es un don de la naturaleza”, pero a la que hay que pulir, cultivar para que transmita sentimientos. Otros músicos dicen que muchos cantantes creen que para cantar solo necesitan tener el “aparato vocal”, pero que realmente lo que hace que la gente vibre con una canción es el sentimiento que el cantante le imprima. Por eso, luego escuchamos una melodía en la voz de diversos interpretes pero muchos de ellos no nos impactan de igual maneraporque no todos logran transmitir los sentimientos que los autores quisieron reflejar en sus canciones.
¿Cómo cultivar y cuidar la voz para que no solo salga el “chorro de voz” –como dijo Pedro Infante en una de sus canciones–, sino para que transmita sentimientos e impacte a los escuchas?
En un fragmento del libro "Totó, nuestra diva descalza"(2002), de la escritora colombiana Patricia Iriarte, conocemos la opinión de la Momposina en torno a cómo deben prepararse los cantantes para que su interpretación salga del alma: “¡La voz es física (le dijo a su entrevistadora).
“Para tener bien la voz tengo que tener bien mi cuerpo, mi alma, mi corazón, mi verbo y mi espíritu, y tengo que tener una disciplina para mi cuerpo: estar en paz, en armonía, a través de la prudencia y la calma. Eso hace que uno aprenda a cuidar el cuerpo (…). Después de eso uno descubre, a partir de querer pulir su voz, qué es lo que puede y no puede comer, qué debe y qué no debe hacer: no fumar, no beber, no comer alimentos tóxicos. El sexo nos causa lo mismo que a los atletas, que es la pérdida de energía. Todo eso debe ir acompañado con gimnasia: respiratoria y corporal, porque fuera de eso, hay que aprender la respiración. Cuando uno aprende eso utiliza mejor las cuerdas vocales y sabe cómo debe hacer para decir la a, la e, la i, la o y la u. Cada letra sale de una parte del cuerpo.”
O sea, no basta tener el aparato vocal y una gran voz natural y educada para poder transmitir profundos sentimientos humanos; lo primero que se requiere es tener un cuerpo sano, disciplinado y educado; es decir, tener una vida ordenada, limpia, empática y solidaria.
Ese es el objetivo del trabajo cultural de Antorcha: que los mexicanos se acerquen a las manifestaciones culturales producidas por los seres humanos para que tengan una vida ordenada, disciplinada y limpia y si no pueden crear arte, que sí tengan la oportunidad de apropiarse de los que otros han desarrollado cons sus talentos naturales y nos regalan con ellos.
Es muy gratificante ver a un joven o un adulto pararse orgulloso en escenarios tan hermosos como el del Teatro “Gota de plata” de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, y que nos regale su interpretación honesta de alguna bella canción emblemática de nuestra patria, ya sea un bolero, una ranchera, una trova yucateca u otro género popular.
El sábado 24 de septiembre, disfrutamos del canto de decenas de jóvenes y adultos, quienes participaron en el X Concurso Nacional de Voces que organiza el Movimiento Antorchista Nacional, el cual después de dos años de no haberlo realizado con motivo de la pandemia de covid-19 reanudó su trabajo de fomentar la música popular entre los antorchistas, y los no antorchistas, a fin de coadyuvar con su sana formación humana y solidaria, quienes ayuden aconstruir un mejor país.
Este X Concurso Nacional de Voces se distinguió por buenas interpretaciones de varios cantantes del pueblo que participaron aquí, también se distinguió porque las cientas de personas ahí reunidas manifestaron sus sentimientos de solidaridad con el preso político Domigno Ortega Butrón, víctima de represión política, para el que pidieron libertad.
La música y el canto, pues, sirven para curar y alegrar el alma de la gente, pero en esta ocasión también sirvió de vehículo de la protesta y exigencia popular de libertad para Domingo Ortega, quien se encuentra preso por haber luchado al lado de los sectores populares de Pachuca para lograr mejores condiciones de vida.
Es muy importante que la gente cante, pues con esta actividad eminentemente humana se sensibiliza y se hace más humana y, por tanto, más solidaria, como lo hicieron con el caso de Domingo Ortega Butrón, por el que pidieron libertad y la seguirán pidiendo hasta que eso se haga realidad.
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