Cuando analizamos fenómenos de la vida económica -cuya manifestación más visible es la política-, es inevitable caer en abstracciones, es decir, en generalizaciones que muchas veces impiden ver ejemplos concretos que demuestren las conclusiones a que llegamos y, por tanto, para quienes tienen a bien conocer nuestros análisis, es difícil aceptar la veracidad de las citadas conclusiones.
En mi más reciente colaboración, me referí a la necesidad de comprender el proceso de evolución de la sociedad capitalista, como producto de los saltos cuantitativos y cualitativos, para ubicarnos en nuestra realidad y jugar el papel que nos toca, si es que aceptamos la obligación de contribuir al desarrollo, porque a partir de ahí encontraremos la forma de hacerlo.
Dije en ese documento que para los sectores más humildes la creciente crisis política, económica y social -aumento de la pobreza, la violencia, la represión oficial para acallar las exigencias de solución a sus carencias-, van adquiriendo una sensación de normalidad, haciéndose tolerables. Por eso, los programas de entrega de dinero en efectivo son para ellos un apoyo importante porque les permite atender cuestiones urgentes, sin comprender que a cambio de esto se reduce la inversión en servicios básicos de la vivienda, salud, educación, entre otros, que benefician de manera más contundente su modo de vida, aunque no lo perciban.
Estos programas no son nuevos, pero fueron perfeccionados por los grupos políticos que se vistieron de izquierda, ellos sí, aprovechándose de las masas populares para escalar en el poder hasta conquistar la presidencia de la República. Por ello conocían bien que a las mayorías empobrecidas les falta conciencia sobre su difícil situación económica y desconocían la forma de mejorarla realmente, por ello resultó, relativamente sencillo, hacerles sentir que ahora sí se gobierna para ellas, dándoles apoyos económicos. Al mismo tiempo, intentan destruir a las organizaciones sociales, para mantener a estos sectores dispersos e indefensos.
La burguesía mexicana no pudo tener mejores aliados para continuar con el proceso de desarrollo de la sociedad capitalista. Pero este inmejorable escenario es, a la vez, su peor condena, porque sin contrapesos, sin necesidad de que se contenga en su insaciable afán de obtención riqueza - como lo dije ya-, está empobreciendo sin control a la sociedad mexicana y, a la vez, siendo aún más permisiva con el gobierno en turno. El proceso es inevitable y previsible, aumentan la pobreza, el recorte al gasto público, la corrupción, el contubernio con los grupos delincuenciales. La conclusión es obvia: se agudizará la crisis.
Pues bien, hasta aquí la generalización, ahora paso a demostrar en qué hechos palpables se trasluce la evolución de la sociedad capitalista en Oaxaca, cuya manifestación más visible, como ya dije, es la vida política. Se utiliza el discurso contra los llamados intermediarios, llámese organizaciones y contra la corrupción, sin embargo, se pierde de vista que Oaxaca es de los tres estados más pobres del país y que es la segunda entidad con más lucha social, no solo por sus cientos de organizaciones, sino porque la vida de las comunidades ha conservado sus usos y costumbres, que se han fortalecido en la práctica, por el combate al atraso ancestral que enfrentan los ciudadanos.
Está política que en otros casos ha resistido los embates de la realidad, en Oaxaca -con más pobreza y alta participación comunitaria- evidencia su pronto fracaso. Se habla de no atender a las organizaciones, pero con el programa de los cien Municipios Bienestar, se contempla a sus estructuras, en franca guerra interna por las candidaturas para la próxima contienda electoral.
Y a las que no comulgan con la 4T, se les sataniza y se les dice que se atenderá a las comunidades mediante la autoridad municipal o de las agencias; el supuesto combate a la corrupción se desata sobre chivos expiatorios y no de manera firme y decidida, ocultando con ello, los actos de corrupción de morenistas como el expresidente de Oaxaca, con un proceso judicial por desfalco de casi 400 millones de pesos, sin que éste proceda o, en el actual gobierno capitalino, del mismo partido, la sustracción de 800 vehículos del corralón municipal sin que se haya perseguido a los verdaderos delincuentes.
Y en materia de seguridad, la violencia ha escalado a tal grado que suman ya 700 asesinatos en los pocos meses que van de gobierno, la cifra más alta en el mismo periodo. Además, en Mexicapan, en una zona urbana y a plena luz del día, la policía estatal fue atacada con armas de fuego y sus agresores detenidos y ligados por los medios de información con políticos de la 4T y, finalmente, a plena luz del día también, hace poco, un grupo de sicarios irrumpió en el ayuntamiento de Matías Romero, en el Istmo y asesinó a un funcionario en su misma oficina.
En este contexto se inserta nuestra participación como organización de masas con una existencia de casi 50 años, porque esta experiencia aunada a la decisión de comprender a profundidad el desarrollo de la sociedad, nos ha permitido entender, a plenitud y sin inmediatistas, las manifestaciones de la evolución de la base económica, que determina a la estructura social, cuya manifestación más clara en tiempos de crisis generalizada, es la política.
Por lo tanto, insistimos en que lo que busca la burguesía es continuar con la extracción de plusvalía desmedida de los mexicanos. Para ello, le sirve este proyecto político, que aprovechando la pobreza generalizada, instrumentó programas demagógicos para adormecer la conciencia del pueblo y controlarlo. Y por otro lado, ataca a las organizaciones, que juegan el papel de alternativa a la solución de las necesidades de quienes no se dejan llevar por esos programas y exigen mejora en sus condiciones de vida.
Hoy vemos que estos dos mecanismos están fracasando y, con ello la 4T, porque la pobreza aumenta y al negar soluciones a las organizaciones que como Antorcha luchan genuinamente, en realidad están negando solución a la población; aunado a ello, la instauración de programas como los llamados Municipios del Bienestar, excluyen a millones de oaxaqueños en las mismas condiciones que nuestros compañeros y, por si algo faltase, a los agremiados de sus organizaciones se les usa de plataforma para escalar en los puestos de poder.
Cuando sus carencias y problemas evidencian que los apoyos directos son insignificantes y no alivian sus carencias, la 4T estará próxima a fenecer, si acaso se intentará la represión como último recurso, pero también la historia ha demostrado que cuando hay un represor, se multiplican los deseos de justicia y libertad.
Nosotros seguiremos luchando, reiterando hasta el cansancio que podemos discutir las soluciones en público, para demostrar su legitimidad y pertinencia. Pero si en vez de soluciones se ofrece demagogia y luego, represión, nos quedará la denuncia cada vez más escuchada y la falta de soluciones, también cada vez más pronunciada. Nosotros, como cualquier organización seria lo haría, planificamos nuestra lucha y la sistematizamos dentro del marco de la ley, como defensa más efectiva, a pesar del autoritarismo aplicado mediante los nada éticos principios de la intimidación y del espionaje, esos, también planificados, como muestra lapidaria de la represión oficial.
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