El artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice que “todo individuo tiene derecho a recibir educación. El Estado-Federación, estados y municipios- impartirán y garantizarán la educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior. Corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica”.

En México el estudiante no tiene acceso a la práctica del deporte y de las artes como la danza, poesía, teatro y música; no realiza viajes de estudios a museos, zonas arqueológicas, no visita centros de producción agrícola o industrial y, en consecuencia, su rendimiento en la escuela ya no es el mismo que el de otras familias que sí tienen acceso a estos beneficios, aunado a su mala alimentación.

 La covid-19 dejó más estragos para estas familias, más de los que ya existían. Se abandonó a los estudiantes en la pandemia, pues había muchos que no contaban con una laptop, tabletas y teléfonos-celulares que le permitieran acoplarse a la nueva modalidad, pero no olvidemos que antes de la pandemia, en clases presenciales, no contaban con aulas, laboratorios equipados, centros de cómputo, biblioteca, baños, canchas de uso múltiples, agua potable o energía eléctrica. 

¿Cómo seguir estudiando ante este catastrófico panorama? ¿Quiénes están condenados a un mal aprendizaje? Así es, son los hijos del pueblo humilde y vulnerable. Esto es cada vez más preocupante, pues el rezago educativo, la falta de oportunidades para seguir estudiando, las malas políticas de los gobiernos, la desigualdad social, la falta de empleos, están a la orden del día. Entonces, ¿Aplica para todos los estudiantes el artículo tercero? Yo creo que no.

Veamos algunos datos. Según la encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación de 33.6 millones de estudiantes en el ciclo escolar 2019-2020, 738.4 mil no pudieron no concluyeron el ciclo; 98.2 mil de preescolar, 146.1 mil de primaria, 219,2 mil de secundaria, 181.3 de educación media y 89.9 mil de nivel superior. Entre los motivos por los que no concluyeron encontramos a 66 mil estudiantes por falta de recursos económicos y 49 mil porque se vieron obligados a trabajar.

Al pasar del ciclo 2019-2020 al ciclo escolar 2020-2021 la situación se agrava ya que 5.2 millones de estudiantes no se inscribieron al nuevo ciclo: 520 mil no lo hicieron por contagio directo, por el contagio o fallecimiento de un familiar; 615 mil porque las clases en línea las consideraron poco funcionales; 584 mil porque alguno de sus padres se quedó sin empleo; 581 por carecer de computadora u otros dispositivos y 2.9 millones por falta de recursos económicos. Esto es real e impactante.

El estudiante finalmente dejó la escuela para engrosar las filas de rezagados del país. Pero ¿quién ayuda a estas familias? Ya vimos que los gobiernos no lo harán.

Somos nosotros, los estudiantes y la masa trabajadora, quienes podemos quitarnos estas cadenas a la que hemos estado condenados por décadas. Es por ello que el Movimiento Antorchista y la FNERRR luchan de la mano, gestionando recursos para los sectores vulnerables, como:  vivienda digna, centros educativos (preescolares, primarias, secundarias, bachilleratos, universidades), unidades deportivas, auditorios, casas de cultura y casas del estudiante que, haciendo algunas precisiones, son determinantes en la preparación íntegra de todo joven en edad de estudiar, pues permiten acercarlos a los centros de nivel superior brindando hospedaje, alimentación, espacios de estudio (ahora con internet), talleres culturales, clubes deportivos, conferencias y viajes de estudio, todo al menor costo posible.

Ahí al joven realmente se le ofrece una educación íntegra, los forjan como hombres de bien, cultos, deportistas, pero, además, se preparan para luchar de la mano con el pueblo, para tomar el poder político y hacer que las garantías y los derechos se hagan valer también para las mayorías que ha derramado sangre por años. Llegó el momento de hacer la revolución por un verdadero cambiO.