MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El papel del maestro en la revolución

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Es sabido que uno de los peores enemigos de un sistema político es un estudiante preparado, con una conciencia que le permita comprender la ciencia a favor de una mejor sociedad.

A este respecto, hace dos años estuvo en tendencia el tema de los cambios en los planes de estudio en México. Como sabemos, el objetivo del sistema escolarizado ha sido formar profesionales para que el país sea competitivo en relación con otros países. Los conocimientos que se adquieren en las aulas y que se consideran necesarios están pensados para una buena formación profesional.

Desde el aula, el maestro puede moldear a los estudiantes con un trabajo consciente, creativo y sistemático para limitar la deformación, la alienación y la penetración imperialista.

En este sentido, a lo largo de la historia, la educación no puede ser vista solo como un conjunto de contenidos de formación general, sino como el medio para que el estudiante contextualice su futuro, se haga profesional y construya los conocimientos pertinentes.

Un personaje que influyó en la educación fue Benito Juárez, quien estableció los principios de obligatoriedad, gratuidad y laicismo, basándose en que es necesario que el ser humano sea educado para que, a su vez, sea capaz de defenderse y ejercer de la mejor manera sus deberes dentro de la sociedad. En este tema, cuando el país estaba en construcción, se tenía claro qué se quería hacer con la educación y, aun así, no dejaron de presentarse nuevos modelos educativos impulsados por distintos presidentes.

Un ejemplo de ello es el modelo vasconcelista, que buscó el restablecimiento de la Secretaría de Educación Pública para asegurar una buena enseñanza e introdujo los desayunos escolares para disminuir la desnutrición infantil.

A pesar de todos los intentos por mejorar la educación, nos encontramos en una etapa donde el problema se agudiza aún más. Por ejemplo, hay deficiencias en la cobertura educativa, pues no se garantiza el acceso a la mayor parte de los ciudadanos.

En muchas comunidades alejadas, ni siquiera se imparte educación básica, ya que muchas familias necesitan que la mayoría de sus miembros trabajen para generar recursos económicos y poder alimentarse.

La calidad educativa también es un factor crítico, pues hay una falta de preparación de los maestros, aunque estos hacen lo imposible por enseñar a sus estudiantes. Además, la inversión en infraestructura es insuficiente, especialmente en comunidades rurales, donde las escuelas públicas carecen de los recursos necesarios para el mantenimiento y la optimización de las aulas.

Sobre todo, es fundamental que existan condiciones materiales adecuadas para todos los estudiantes. No basta con reformar los contenidos educativos si ni siquiera hay laboratorios, canchas, aulas adecuadas, agua potable, etcétera.

Con las nuevas propuestas para modificar los planes de estudio, se pretende, además, restar importancia a materias como historia y ética. Con estas medidas, los estudiantes perderán capacidad crítica y, en su lugar, se difundirá propaganda a favor de Morena.

Se busca hacer creer que Morena es la salvación de México, cuando todos sabemos que los feminicidios han aumentado, los periodistas son asesinados y los problemas del país crecen cada día más.

Ante esta realidad, podemos darnos cuenta de que el actual gobierno federal lo único que pretende es eliminar toda posibilidad de que los estudiantes sean críticos y puedan resolver los problemas del país.

Podemos y debemos exigir que se atiendan las demandas de infraestructura en las escuelas, que no se modifiquen los planes de estudio con fines ideológicos, que se respeten los enfoques críticos y que no se permita el adoctrinamiento en la educación. Es fundamental que todos analicemos las promesas gubernamentales y exijamos soluciones reales.

Desde el aula, el maestro puede moldear a los estudiantes. Partamos de una realidad: la técnica, los métodos, los recursos audiovisuales, los textos y todo lo implicado en la tarea educativa están diseñados bajo la ideología imperialista y de las clases dominantes. Sólo el maestro, como parte activa del proceso educativo, puede realizar un trabajo consciente, creativo y sistemático para limitar la deformación, la alienación y la penetración imperialista.

Debe echar mano de recursos como el teatro y los actos sociales y culturales para transmitir mensajes revolucionarios. También es necesario eliminar de los programas de estudio los contenidos anacrónicos y neocolonialistas, dotándolos de un verdadero carácter científico.

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