Considero que el grueso de los mexicanos, cuando menos los medianamente informados, sabemos que a escasos diez meses para que termine el actual sexenio, México sigue con un bajo crecimiento económico. Para sustentar esta modesta colaboración, me permito transcribir extractos de algunas publicaciones referentes al tema, disponibles en varios portales digitales para compartirlos con mis posibles lectores, como el portal Proceso, entre otros.
Con base en estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) los medios dieron a conocer que el Gobierno de la Cuarta Transformación México continúa entre los nueve países más pobres de América Latina, y que en 2022 sólo fue superado por El Salvador, Argentina y Colombia. Según las mediciones del organismo, que se basan en la pobreza por ingresos, México es más pobre que
Paraguay, Perú, República Dominicana, Brasil y Uruguay.
En las mediciones de la pobreza por ingresos de 2022 de la Cepal, figuran trece países latinoamericanos y México aparece en la nada honrosa posición número diez, mientras que Uruguay y Chile encabezan la tabla con tasas de pobreza de un dígito, de 4.4 % y 8.1 %, respectivamente. Con menos pobreza que México aparecen Panamá, 14.3 %; Costa Rica, 16.6 %; Perú, 17.2 %; Brasil, 19.6 %; República Dominicana, 20.4 %; Paraguay, 21.1 % y Ecuador, 25.7 %. Con índices más altos de población en la pobreza están El Salvador, 29.8 %; Argentina, 30.1 % y Colombia, 34.5 %.
La Cepal estima que la pobreza por ingresos en México se ubicó en 28.6 % en 2022, mientras que la pobreza extrema en 6.2 %, porcentajes menores que los que presentó para el mismo año el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). De acuerdo con este, en 2022 la pobreza multidimensional en México, que no sólo mide los ingresos de las familias sino su acceso a servicios sociales y la calidad de su alimentación, se ubicó en 36.3 %, mientras que la pobreza multidimensional extrema en 7.1 %.
Expertos en pobreza afirman que los niveles de pobreza que exhibe México ante el mundo están relacionados con el bajo crecimiento económico que ha tenido el país en las últimas décadas. El balance general de las economías de América Latina y el Caribe, divulgado por la Cepal, confirmó que el sexenio de López Obrador es el de más bajo crecimiento económico desde el Gobierno de Miguel de la Madrid (1983-1988), cuando el Producto Interno Bruto (PIB) apenas aumentó un 0.3 % cada año en promedio, en un contexto de crisis en la región por el alto endeudamiento.
Según proyecciones de la Cepal, durante el Gobierno de López Obrador, la economía mexicana crecería a un ritmo anual de 0.93 % y el sexenio terminará, el año próximo, con la tasa de expansión del PIB más baja en 36 años.
En cuanto al panorama social, el organismo revela que México aparece como el segundo país de la región que más logró reducir la pobreza entre 2020, año de la crisis por covid-19, y 2022, con 8.8 puntos; 2.4 menos que Perú.
El pueblo mexicano no puede caer en el juego de AMLO cuando dice que no le importa el crecimiento. De acuerdo con investigadores de organismos no gubernamentales como la asociación civil México Evalúa, las consecuencias de la desaceleración económica son múltiples y costosas: el bajo crecimiento produce más pobreza, más inseguridad, afecta la recaudación fiscal y, con ello, dificulta la capacidad de gasto en inversión y programas sociales. Por ello, el impacto de las Transferencias Monetarias Directas, programa estrella de la Cuarta Transformación, es contrarrestado por el bajo crecimiento.
Según la Cepal, durante el Gobierno de López Obrador, la economía mexicana crecería a un ritmo anual de 0.93 % y el sexenio terminará con la tasa de expansión del PIB más baja en 36 años.
A estas alturas, nadie puede dejarse engañar. El presidente López Obrador entiende de sobra los costos sociales del bajo crecimiento económico, puesto que lo criticó por años a los gobiernos pasados, pero lo hizo sólo con fin de aprovechar el descontento que prevalecía en esos momentos para llegar al poder, pues durante estos más de cinco años ha reaccionado con una retórica a modo, minimizando las adversidades económicas que afronta el pueblo de México en su Gobierno.
No es necesario enumerar las calamidades sociales de este sexenio, las que ciertamente vienen desde antes, pero empezaron a aumentar a niveles preocupantes desde el comienzo mismo de esta administración federal, como la criminalidad, y hoy más que antes, la inseguridad y el miedo campean en nuestra sociedad.
En la economía, más de la mitad de los ocupados laboran en la informalidad, en actividades de sobrevivencia, sin seguridad laboral, salario mínimo, vacaciones, seguro social, atención médica, jubilación ni pensiones.
En el sector salud no se ve por ningún lado el sistema mejor que el de Dinamarca o Suecia; conseguir consulta con especialistas en hospitales públicos es verdaderamente desgastante; faltan medicinas y equipo médico. Los hospitales públicos carecen de materiales básicos de curación y los pacientes tienen que adquirirlos por su cuenta. Sobre todo, escasean los medicamentos para niños con cáncer, siendo obligación del Estado dotarlos.
En cuanto a pobreza y desigualdad, ya se mencionó líneas arriba que México está entre los países más pobres de América Latina.
Con la Cuarta Transformación, el país está sumido en un desastre económico y social, y si los mexicanos afectados no han reaccionado es porque está anestesiada con las dádivas que recibe un sector de estudiantes y algunos adultos mayores, a pesar de que se sabe que no son los más pobres.
Además, la anestesia que el inquilino de Palacio Nacional lanza todas las mañanas no deja de surtir efecto entre la población desinformada y las adulaciones con desgastadas frases como la de “Por el bien de todos, primero los pobres”.
El pueblo trabajador tiene que librarse en primer lugar de los engaños y las mentiras de AMLO y Morena; sólo así podrá cobrar conciencia de su situación, pues es lo único que tiene para poder liberarse de todos los flagelos sociales que lo azotan.
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