El combate a la desigualdad pasa, entre otras cosas, por la reorientación del gasto público. La pandemia provocó en buena parte del mundo una aceleración en el empobrecimiento de la gente. Hoy hay más pobreza en México. “El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) estimó un aumento de entre 8.9 y 9.8 millones de mexicanos con un ingreso inferior a la Línea de Pobreza por Ingresos por la crisis de Covid-19.” Dice una nota de Forbes del 9 de febrero de 2021.
Y añade la nota sobre el Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (IEPDS) 2020: “Asimismo, el informe calculó un aumento de entre 6.1 y 10.7 millones de personas con un ingreso inferior a la línea de pobreza extrema por ingresos, hasta un total de 31.7 millones de mexicanos, un 25.3% de la población. Esto significa que uno de cada cuatro mexicanos padecerían ahora una pobreza extrema por ingresos.” Pobreza extrema por ingresos significa que aún destinando todos sus ingresos para la compra de alimentos, a una familia no le alcanza para comprar la canasta alimentaria, padece hambre.
Es por eso, un despropósito, si no es que un crimen, despilfarrar el presupuesto público en necedades o en proyectos que no se ocupan de los más graves problemas sociales, o que redituarán muy poco en la solución de ellos. Ahí está el Gobierno de la República con su Tren Maya y su refinería de Dos Bocas, “obras locas”, como las llamó el Dr. Abel Pérez Zamorano, destacado catedrático de la UACh. Pregunto: ¿Qué sentirían, qué dirían los nuevos pobres extremos si se enteraran de que mientras no les alcanza para comer, sus impuestos son derrochados? Pero no hay conciencia de tal atropello, para desgracia del país. Otra cosa sería si los millones de atropellados se dieran cuenta de lo que ocurre y actuaran organizada y conscientemente y parar este desastre.
Y en Sinaloa no cantan mal las rancheras. El gobierno del estado ha invertido en la actual administración al menos 712 millones de pesos en construcción y remodelación de solo dos estadios de fútbol, el de Mazatlán F. C. y Dorados de Culiacán, respectivamente, según reportan los diarios locales Noroeste y Debate. Estas inversiones se hicieron con la idea de explotar el “turismo deportivo”, según han explicado funcionarios estatales.
Pero lo que se preguntaría la gente con necesidad de un techo dónde vivir, o la que no tiene para comer o quien no tiene buena escuela o buen sueldo por las clases que imparte en una escuela preparatoria es ¿en verdad el turismo deportivo es prioridad? ¿Sus supuestos o reales beneficios me llegarán? ¿O serán una mera ilusión? Para quienes no serán, definitivamente, ilusorios los beneficios, será para los grandes concesionarios de todos los negocios que se nutren del turismo deportivo en esos “templos del fútbol”.
Desde 2019 el Movimiento Antorchista está pidiendo al gobierno del estado de Sinaloa que se destinen recursos a resolver problemas básicos de los sinaloenses, tales como la carencia de solares económicos para viviendas de trabajadores, subsidio para preparatorias populares en las que los maestros perciben sueldos simbólicos, un subsidio para la casa de estudiantes Prof. Omar Abit Lugo Espinoza, así como diversas obras como techumbres, pavimentaciones e introducción de servicios de agua potable en diez municipios del estado.
Todo lo anterior, como se ve, es esencial para la vida de los demandantes y creo que no tiene menos importancia que la remodelación de un estadio. Por eso, pedimos al Lic. Quirino Ordaz Coppel que intervenga para atender la queja de quienes piden se reoriente el gasto público, tienen razón y les asiste el derecho.
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