MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La Presa del corazón

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Para llegar a ella, en una curva tuvimos que dejar la carretera de color oscuro y lisa como el lomo de una serpiente, nos internamos por un camino de terracería salpicado de piedras; en toda la extensión que alcanzaba la mirada, el paisaje era solitario, semiárido y la tierra dura y áspera daba la impresión de ser una piel de coyote. En un momento dado ante lo accidentado del terreno nos vimos obligados a dejar el vehículo y seguir nuestra marcha a pie. No tardamos mucho en poder ver a lo lejos un enorme muro casi blanco, de concreto. Pero ya antes de esa sorpresiva visión, habíamos empezado a percibir la presencia de la amiga que íbamos a visitar;  sobre el suelo, a trechos yacían como abandonados, metros de manguera negra, a lo lejos se empezaron a distinguir como unos pequeños mosaicos verdes y a medida que caminamos uno esos mosaicos verdes empezó a ensancharse y de en medio de este, como entre una bruma apareció la figura de un hombre.  Él; reflejado en su rostro moreno un gesto de intriga, esbozó un saludo con la mano. Nosotros; bordeando la ladera de un monte, dimos de frente con el muro de concreto sobre el cual había como un puente también de concreto y con un barandal de tubos metálicos. Viendo de frente hacia nuestra izquierda se levantaba una mampara de lámina algo oxidada, al acercarnos pudimos leer en ella los datos, fecha de construcción de la obra y capacidad en litros cúbicos;  estábamos en la “Presa del corazón”. 

Esta obra es verdad que se debe al trabajo de muchos obreros de la construcción, más para poder materializarse ese sueño, para que se hiciera realidad lo que primero fue un anhelo de muchos trabajadores del campo, tuvo que intervenir la buena voluntad, la constancia, la inversión de horas de gestiones, la terca insistencia y hasta la bondad de una persona, esa persona cuya presencia fue decisiva para que hoy exista la presa, fue la misma persona que inició el trabajo para organizar el Movimiento Antorchista en el estado de Tlaxcala y con esa insustituible arma para la lucha social, logró ganar batallas beneficiando a cientos de familias y miles de personas en el estado.  Para los que hemos vivido y convivido durante muchos años con los campesinos, sabemos que lograr una obra hidráulica de ese tipo no es una tarea sencilla y sabemos también, que para los trabajadores del campo, contar con un aliado de ese tipo, que les proporcione agua todos los días del año es su máxima aspiración y un seño imposible para muchos de ellos. Por eso cuando me enteré de la existencia de la “Presa del corazón”, mi propio corazón se sintió alegre y mi alegría también fue porque antes de saber de la presa, ya había tenido noticia de otros logros que se obtuvieron a través de la organización de los trabajadores del campo, que es Antorcha Campesina, pues además de la presa que beneficia a cientos de personas del ejido llamado “Díaz Ordaz”, en la misma comunidad entre otros logros existe un arco techo cuya presencia en el centro del poblado es de gran utilidad para todos los habitantes por la protección que les brinda contra los rayos del sol o la lluvia para la realización de todo tipo de eventos sociales,  y también como un oasis para abrevar el agua del conocimiento, se levanta en la misma comunidad una institución educativa donde van a continuar su formación académica los estudiantes egresados de la secundaria del lugar y de los poblados vecinos. 

Si ya de por sí, la “Presa del corazón”, es una obra de grande y positiva repercusión social, la escuela de nivel bachillerato, es otro factor que contribuye igualmente al desarrollo de este rinconcito de la patria, pues según cifras no oficiales, pero confiables por ser extraídas directamente de los maestros y habitantes de la comunidad, el EMSAD “Gustavo Díaz Ordaz”, Plantel 23, ha egresado de sus aulas a 218 alumnos en ocho generaciones, poco más del 50 por ciento de estos alumnos han podido continuar sus estudios ingresando a diversas instituciones educativas de nivel profesional, de los cuales 26 han logrado concluir estudios profesionales en distintas áreas, tales como la medicina humana y la veterinaria, el derecho, la administración, contaduría, la agronomía y los sistemas computacionales e industriales, de estos 26 profesionistas 12 son originarios de la misma comunidad y el resto de las comunidades vecinas.  Y todo esto que en relativamente poco tiempo se logró en Díaz Ordaz, podemos verlo reproducido con algunos matices de diferencia en muchas comunidades del estado de Tlaxcala. 

Con esto podemos afirmar sin temor a caer en exageraciones, que el Movimiento Antorchista sí es sin lugar a dudas un factor de progreso y desarrollo social que existe actualmente en todo el país, aunque no todo el país se ha dado cuenta de esto. Pero ya llegará el día, creo que no está muy lejano, en que los ciudadanos volteen su mirada hacia donde la organización Antorchista Nacional les ha estado llamando desde hace algunas décadas para organizarse y así poder hacer frente con éxito, a la crisis social que hoy a todos nos afecta.  Me refiero a la organización en abstracto, aunque no por eso dejo de lado a los hombres en concreto. Hablo de la organización porque el hombre en concreto, el hombre como individuo es mortal, mientras que la organización como ente social es perenne. De aquí la enorme importancia de la vida, de la práctica social de algunos hombres que en verdad se han dedicado desde su juventud hasta la vejez, esto es casi toda su vida, a luchar para construir una organización con el propósito de heredarla a las generaciones futuras y que les sirva para la defensa de sus derechos civiles.  Afortunadamente este tipo de hombres, de seres humanos, existen, desafortunadamente son mortales y es verdaderamente admirable que algunos de estos seres solamente han vivido dos o tres décadas, sin embargo la herencia filosófica, ética y moral que nos legaron, perdura de generación en generación ayudándonos como una luz para no extraviarnos del camino.  

No debe haber entonces lugar para la tristeza cuando uno de estos seres de luz se va y desaparece físicamente. Lo que nos queda entonces es guardarlo en lo más cálido de nuestro vivo recuerdo, recordándolo y siguiéndolo igual que si estuviera vivo. Precisamente un ser de este tipo, que se acaba de ir al lugar de donde ya no se puede volver, es quien inició y nos heredó una organización, el Movimiento Antorchista de Tlaxcala; nos heredó también su ejemplo y nos dejó su recuerdo preso en nuestros corazones. Gracias al paso de este hombre con su organización por Tlaxcala, hoy muchas familias tienen dónde vivir, muchos jóvenes tienen dónde estudiar y muchos campesinos que antes veían marchitarse lastimosamente su trabajo sobre la tierra, ahora se dan el lujo de surgir de entre la bruma que se forma al regar por la mañana su cosecha con el agua nacida del corazón de una presa. 

 Con fraternal cariño para Carlos Noé Sánchez Rodríguez, con quien compartí el gusto por la poesía y muchas amenas conversaciones en las que aparecieron siempre indígenas astutos, campesinos insumisos, estudiantes pendencieros y algunos otros personajes del folclor político. Conservaré también en mi recuerdo, mientras tenga el aliento de la vida una palabra con la que puedo describir todo lo que fue Carlitos en este mundo, esa palabra es: bondad.  

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