MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Neoliberalismo, asesino silencioso

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Nuevamente las consecuencias del sistema neoliberal se hacen presentes y, desafortunadamente, vuelven a perderse vidas; y otra vez es el pueblo el que sale perdiendo. 

El lunes 27 de junio, al menos 46 personas fallecieron en un camión que trasladaba migrantes; los reportes policiales y diferentes medios de comunicación informaron que habían fallecido debido al calor, pues viajaban hacinadas en un vehículo sin ventilación ni ventanas, sin agua y a una temperatura de 40 grados; el fenómeno aconteció en Texas, pero es evidentemente un hecho que golpea a toda América Latina, pues quienes fallecieron buscaban llegar, de la forma que fuere, a cumplir el sueño americano que, como se observa, es hoy el país de las pesadillas.

Hoy, al momento de escribir estas líneas, la suma de muertos ha ascendido a 53, por lo que se le ha catalogado, según BBC News, como el caso más mortífero de tráfico de personas en la historia reciente de Estados Unidos. Según datos del medio Los Angeles Times, 27 de los fallecidos eran nacidos en México, 14 de Honduras, siete de Guatemala y dos de El Salvador, todos ellos, evidentemente, hijos o padres de familias humildes pertenecientes a las clases trabajadoras. 

El suceso, sin duda alguna, es un hecho atroz que ha horrorizado al mundo entero, pero poco se ha hecho por analizar cuáles son las causas que han originado tan inhumano fenómeno. Mucho se ha hablado ya de la emigración, de sus causas y sus consecuencias; de cómo las familias se fracturan debido a este fenómeno y de cómo muchas vidas se pierden por intentar alcanzar un país que aparenta tenerlo todo bajo control; algo que hemos comenzado a descubrir que no es cierto. 

El hecho de que la mayoría de los fallecidos, más del 40 por ciento, sean mexicanos, me ha obligado a escribir estas líneas, pues tanta fuga de mano de obra hacia otros países tiene sus causas en una falta de empleo con salarios bien remunerados, en la falta de oportunidades en México, cuyas políticas y hasta cierto punto cuyo proteccionismo a los grandes capitales, han dejado en completo abandono al mexicano más humilde. 

Vivimos en un mundo en el que se le ha obligado al individuo, desde sus primeros años, a pensar que el que no trabaja es porque no quiere, pero veamos que tan ciertas son esas afirmaciones. En México “se ha normalizado el monopolio”, dice Viri Ríos en su libro No es Normal; esto quiere decir que las grandes empresas son las que acaparan con sus mercancías todo el mercado, dejando prácticamente a las pequeñas empresas con las migajas que estas pudieran rescatar, pero estos no son nuevos, pues en 20 años, según la misma Viri Ríos, las empresas más grandes prácticamente siguen siendo las mismas. En estas empresas, con salarios mal pagados, con jornadas extenuantes, y además con muy pocas vacantes, miles de mexicanos, 29 mil para ser exactos, han tenido que emprender y crear sus propias empresas, que son a su vez, autoempleos mal pagados. Esto quiere decir que “esos empresarios precarios son hijos de la falta de empleo y no necesariamente del deseo de emprender.” (V.R)

En definitiva, nuestro país está marcado por la falta de creación de empleos, pues Viri Ríos también menciona que “en los últimos 24 años, los mexicanos en edad de trabajar han aumentado en 29 millones, mientras que los puestos de trabajo formales solo en 10 millones”, ob.cit. Esto quiere decir entonces, que en todos esos años se generó un empleo solo para el 34 por ciento de las nuevas generaciones, pero a esto todavía tendría que agregársele la gran cantidad de desempleados que existen. Y, ¡ojo! Porque hablamos solamente del empleo formal, que está por debajo del 50 por ciento, pues para marzo del 2022, según datos de Statista, la población que labora en la informalidad es del 55.9 por ciento. 

Así que es evidente que en países donde no hay empleo y donde los salarios de los que lo tienen son bajísimos, las familias busquen a toda cosa, incluso a costa de su propia vida, partir en busca de mejores “oportunidades laborales”. Fenómeno que ha generado que México se posicione como el primer país en Latinoamérica con más emigrantes hacia Estados Unidos, pues en 2020, último año del que se tiene registro, había emigrado 11. 2 millones de mexicanos, muy por encima del segundo lugar, que es Venezuela de donde emigraron 5.1 millones y a quien le sigue Colombia con 3 millones. 

Esta realidad, no es novedosa para nadie, es algo que ha existido durante muchos años y que seguirá existiendo hasta que no cambiemos la situación laboral en la que nos encontramos. Debemos entender que si alguien tiene poder, eso significa intrínsecamente que alguien más no lo tiene, y esa es exactamente nuestra situación como país, pues mientras sigamos dependiendo de países como Estados Unidos (EE. UU.), nuestra situación no va a cambiar y miles de vidas de compatriotas seguirán perdiéndose año con año. 

Urge pues, un plan de acción desde la silla presidencial que tome en cuenta la gran mano de obra que han en nuestro país y que se mejoren las condiciones laborales, pero para ello, es necesario también que quien se siente en esa silla vea y entienda cuáles son los problemas de la clase trabajadora, de no ser así ningún iluminado o mesías logrará cambiar el rumbo que, evidentemente, nos está llevando al despeñadero. Que conste. 

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