Hace unos días traté sobre el uso electoral que Morena le da a la vacuna, y vuelvo a manifestar mi "asco político” por el hecho propio de la partidocracia actual y que ha venido a rebasar, por mucho, el Gobierno morenista. En la actualidad, no sólo se trata de ganar votos, sino que, con ello, se está poniendo en riesgo la salud y la vida de millones de mexicanos.
No destinar recursos para comprar vacunas, es ya de por sí un hecho deleznable aprobado por la mayoría de los diputados morenistas desde el año pasado. El Estado mexicano mendiga a los países desarrollados la dotación de dosis y hasta la fecha, no se conoce la compra de un lote grande que vaya a resolver, con las dos inyecciones, el problema de los más de 128 millones de mexicanos.
Es aquí donde surge la necesidad de plantearnos la cuestión de qué pasa con nuestros impuestos, dónde queda el dinero recabado día con día a través de todos los mecanismos creados por el mismo Estado para sangrar económicamente a los mexicanos, pues un día sí y otro también, los pagamos.
De acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), en el 2020, los contribuyentes aportaron el 63% de los ingresos totales del Gobierno, lo cual ascendió a cinco billones aproximadamente. Es decir, que la mayor parte del ingreso lo aportan los ciudadanos, entre ellos los más humildes, los trabajadores del campo y de la ciudad que, con su trabajo diario, sostienen al Estado y éste, los deja morir.
A pesar de la miseria en la que viven millones de mexicanos, no es poco lo recaudado. Desde mi punto de vista, es considerable y alcanzaría para que a estas alturas, el Gobierno de México no anduviera mendigando vacunas y mintiendo a cada paso respecto a la adquisición de las mismas, es bastante dinero entregado con mucho sacrificio de la gente para que, incluso por seguridad del Estado, estuviera preocupado por la salud de quienes lo proveen para su funcionamiento y su propia existencia.
¡Pero no! El Estado mexicano, la burguesía mexicana con sus actuales defensores disfrazados de izquierda, los de Morena, los que se dicen la "Cuarta Transformación” con su jefe Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la cabeza, están matando a los pobres, a los que de palabra dijeron defender, y en los hechos (teniendo el dinero necesario, que no es suyo) no lo hacen.
Hoy somos testigos del recurso a manos llenas que AMLO destina a sus construcciones faraónicas: la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía. Son sus obras, sus caprichos, porque ya ha sido demostrado por varios especialistas en la materia, que las tres son obsoletas, no traerán ningún beneficio para la población en general y se les sigue asignando recursos, ¿de dónde? ¡De nuestros impuestos! De dónde más iba a ser.
Todavía se dan el lujo de gastar más de lo previsto. Tal es el caso del aeropuerto que, de acuerdo con la revista Forbes en su publicación del 12 de febrero, afirma que el gasto de esta obra aumentó el 128%. "En plena pandemia por covid-19 y con el lema de austeridad, el Gobierno federal gastó 128% más de lo que se tenía presupuestado para el Aeropuerto de Santa Lucía en 2020… Según un reporte del Centro de Estudios (CEFP) de la Cámara de Diputados, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) erogó el año pasado 12,257 millones 200,000 pesos, cuando el Palacio Legislativo de San Lázaro le etiquetó 5, 372 millones 200,000 mil pesos; es decir, incrementó 128% el gasto contemplado para la obra”. Así las cosas, con la austeridad de AMLO y las obras que le convienen, pero no con la salud de los mexicanos.
Este ejemplo de gasto, de preferencia hacia los caprichos del gobernante en turno, nos debe mover la conciencia a los mexicanos y con la voz muy alto y en unidad con el resto de nuestros hermanos, a exigir una distribución equitativa de la riqueza que producen los más de cien millones de trabajadores de nuestra patria.
Hay que exigir que, en las actuales circunstancias, se le dé prioridad a la salud, a la vida de todos, que el dinero de nuestros impuestos se utilice para prevenir la enfermedad, para salvar vidas. ¡Unámonos todos los mexicanos! No sigamos a los falsos profetas que en nombre de la verdad y de la justicia se ceban sobre la espalda del humilde. ¡Queremos vacunas ya!
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