Suaves, inofensivas e intrascendentes pueden ser –y muchas veces lo son–, las palabras. Pero también son poderosas cuando transmiten conocimientos de carácter científico o propician el convencimiento y ánimo de la gente que llevan a mover y horadar montañas, elevar el hombre hasta la luna o permitirle bajar al fondo del mar y, en muchas ocasiones, convencer para provocar cataclismos que transforman radicalmente a las sociedades. Esa capacidad, ese poder de la palabra lo usan y entienden bien, mejor que nadie, los poetas, intelectuales, oradores y políticos, (solo por citar a algunos sectores que hacen buen uso del lenguaje).
Los discursos, los conocimientos transmitidos a través de la palabra convencen, persuaden, incitan, provocan. En función de lo anterior, las palabras son empleadas para manipular la conciencia de las masas e inducirlas a acciones equivocadas que casi siempre van en beneficio de pequeños grupos o elites que tienen perfectamente claro lo que buscan: beneficios de carácter personal o de grupo. Este fenómeno de enajenación de la conciencia, se ha repetido muchas veces en la historia y lo ejemplos sobran a cada momento y en cada país.
Un ejemplo claro de ello fue la propaganda que hizo el fascismo nazi, con Hitler a la cabeza, que, con un discurso racista, demagógico y manipulador indujo a los obreros alemanes a la segunda guerra mundial cuyos fines y objetivos nada tenían que ver con beneficiar a las amplias masas trabajadores. El resultado fue la muerte de 2 millones 049 mil 872 ciudadanos alemanes que, en su inmensa y casi absoluta mayoría, fueron obreros. Tragedia, miseria y muerte fue el saldo del discurso tramposo de Hitler sobre la clase obrera alemana.
Pero no vayamos lejos, ni en la geografía ni en la historia. En México, en nuestros días, tenemos otro gran demagogo que usando la palabra mediante discursos estructurados, prometió realizar acciones y medidas en nuestro país que a su juicio, solo a su juicio, perjuraba que podía y corregiría problemas que afectaban a los mexicanos, como, por ejemplo: bajar el precio de los combustibles; mejorar verdaderamente el sistema de salud y hacerlo tan eficiente como en Canadá o Dinamarca; acabar con gastos onerosos e innecesarios en el gobierno; poner un control a la inseguridad y erradicar la corrupción; crear 100 nuevas universidades para dar educación a 300 mil universitarios, lograr la autosuficiencia alimentaria, tener internet gratis en todo México, que la economía creciera al seis por ciento y otras ocurrencias más.
Ahora, a casi cuatro años de su gobierno, los que han resultado beneficiados con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Morena, no son los más necesitados sino los más ricos. Solo los más fanáticos o los más ignorantes creen o piensan que se está cumpliendo lo que demagógicamente prometió antes de ser presidente de México.
El precio de los combustibles no ha bajado; por el contrario ha subido; el sistema de salud no ha mejorado, más bien ha empeorado pues ahora hay criminal desabasto de medicinas como en ningún sexenio se había visto; se prometió, para evitar lujos y gastos innecesarios, vender el avión presidencial, pero dicho avión no se ha vendido y solo en su mantenimiento se sigue gastando dinero inútilmente; la inseguridad ahora es más grave que antes pues las victimas por desaparecidos y no localizadas son 30 mil 623; es decir, 95.8 por ciento más que en el sexenio de Enrique Peña Nieto, cuya cifra fue de 15 mil 633.
Lo mismo puede decirse de las muertes por el crimen organizado que, hasta julio del presente año, ascendían a 121 mil 655. En cuanto a la creación de 100 nuevas universidades, no se sabe dónde están ubicadas muchas de ellas (las cifras no cuadran), pero las que existen no tienen edificios propios, las plantillas de profesores están limitadas, tienen deudas, les falta mantenimiento y hay múltiples quejas en contra de su personal. En cuanto a la autosuficiencia alimentaria que se prometió y que deberíamos haber logrado después de cuatro años de gobierno morenista, la verdad es que somos incapaces de producir nuestros propios fertilizantes y seguimos comprando maíz, semilla de soya, trigo, leche y sus derivados, pescados y crustáceos, algodón. ¿Qué decir del internet gratis para todo el país? Solo en especiales y contados lugares se puede hacer uso de este servicio y, en cuanto al crecimiento económico prometido del 6 por ciento, según estimaciones del Grupo Financiero Base, la economía del país solo podrá crecer a una tasa promedio de 1.5 por ciento, entre el 2022 y 2023. ¿Para qué seguirle?
La verdad es que, nos guste o no, estamos viendo el caso de un gran farsante, un hablador sin escrúpulos, que no tuvo vergüenza en inventar un discurso plagado de promesas y mentiras a sabiendas que no podía cumplir y ahora, ante la realidad y el fracaso, se dedica justificar su incapacidad con otras mentiras burdas e inescrupulosas, las cuales solo pueden creer, repito, sus incondicionales, los ignorantes o la gente noble y buena del pueblo.
Si, la palabra puede servir para muchas cosas buenas, pero también para engañar y manipular la conciencia de la gente, como sucede en México en el momento actual y con el gobierno de Morena.
Es necesario tomar conciencia de ello y sacudirnos a este partido y al gran farsante que lo encabeza, pues nos seguirá mintiendo y engañando si nosotros se lo permitimos.
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