La Dirección General de Estadística Sociográfica del Inegi, en voz de su titular, Edgar Vielma, aceptó que “actualmente se desconoce cuántas personas sin hogar hay, y los datos más recientes de 2011, elaborados por la Cepal, estimaron que en México había 14 millones de personas en esta condición”.
Claro está que el funcionario no refiere que cada día se incrementa el número de personas en condiciones de calle porque el sistema ha sido incapaz de satisfacer sus necesidades más elementales; aunque el dato otorgado por la CEPAL, por ser de 2011 pudiera considerarse desfasado; lo cierto es que, como dicen muchos analistas, el problema se complica cada día más por la inflación que provoca que el salario vaya perdiendo su valor adquisitivo y que las familias más pobres no puedan comprar un lote, ni cuenten con recursos para construir una vivienda.
Eso sin considerar que hay estimaciones más alarmantes como las del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), que cifra en 73 millones de mexicanos, la cantidad que se encuentran excluidos del mercado de vivienda, esto quiere decir que millones de personas no pueden acceder a algún tipo de crédito para adquirir un hogar. Según el portal Hábitat para la humanidad México, “las carencias en vivienda no sólo se ven en la falta de acceso a ella, sino en las condiciones en las que muchas familias viven, por ejemplo, 15.9 millones de personas habitan un hogar con piso de tierra, techos de lámina o cartón, o incluso de palma”. “Por si fuera poco, 24.9 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos como agua potable, drenaje, energía eléctrica, entre otros, y 538 mil familias viven en hacinamiento”.
Pero en lo que quiero insistir, es en la falta de vivienda que padece la gente más pobre de nuestro país porque como queda dicho anteriormente, 14 millones de personas sin vivienda es un mundo de gente, es una cifra muy superior a la cantidad de habitantes que tienen países como Trinidad y Tobago que tiene un millón 390 mil habitantes, o Letonia que apenas llega al 1.8 millones.
Seguramente habrá quien diga que este es un problema heredado de épocas muy remotas y que la actual administración no tiene ninguna responsabilidad. Se equivocan, el actual mandatario llegó al poder porque convenció a la mayoría de los votantes de que él conocía los problemas y que tenía el remedio para todos ellos; particularmente, convenció a los sectores más pobres de la población, a los sin techo, a los sin empleo, de que en él, iban a tener quien les ayudara a resolver sus problemas y les falló; los engañó arteramente porque él sabía que no iba a resolver ningún problema porque los males del país son de carácter estructural y sus propuestas para resolverlos son parchecitos que no los atacan de raíz.
Ni siquiera en el combate a la corrupción que fue su principal bandera ha conseguido un logro importante; al contrario, cada vez hay más escándalos de corrupción que involucran a sus allegados y familiares, ante lo cual, lejos de combatirla, la fomenta al exonerar a sus familiares y sus amigos, en delitos graves que en otros países hubiera sido motivo de destitución fulminante y de penas muy severas; aquí no pasa nada porque según el señor, los gobernantes anteriores hacían cosas peores.
Esa corrupción, hoy insuflada desde el poder, ha hecho que el raquítico presupuesto destinado a dar apoyos monetarios a los pobres, se pierdan en el mar de la burocracia y no llegue a todos sus destinatarios, y que, a quienes sí les llega, no les alcance ni para satisfacer sus necesidades básicas porque con la inflación, el dinero ha perdido mucho valor adquisitivo. Esto demuestra que la solución a los problemas de miseria no está en dar limosnas, sino en generar empleos que generen producción y riqueza.
Claro que a la 4T y, particularmente a López Obrador, nada le importa lo que opinemos los que no somos sus incondicionales, pero no me preocupan ellos, me interesa que algunos de los hombres o mujeres bien intencionados, porque sí los hay, conozcan estos puntos de vista y los compartamos para llegar a más personas con mentalidad crítica, que nos ayuden a convencer a los pobres de que el camino no está por donde señalan los demagogos de la 4T, sino en el que señalamos los que decimos la verdad, aunque esta sea cruda y no nos guste.
Por lo anteriormente dicho, creo que el problema de la falta de vivienda es muy grave y que se debe atender con urgencia, pero no es un tema que sea prioridad para la 4T; por lo tanto, los pobres debemos aprestarnos a librar una lucha fuerte y decidida para que nos respeten ese derecho que además de estar contemplado en nuestra Constitución, es un derecho humano universal.
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