La prueba Pisa tiene como finalidad poder medir la "competencia" de jóvenes de cierto grado educativo sobre todo en áreas del conocimiento como ciencias, lengua materna o matemáticas. Aspectos en los que, por supuesto, nuestros jóvenes aún tienen mucho por desarrollar.
La prueba Pisa era un indicador que acercaba "la leña al fuego" y nos daba un reflejo de que tan bien (o no) estaban las aptitudes de nuestros estudiantes y alzaba las alertas para poder hacer que la comunidad educativa se despertase y pudiera buscar una solución a tal rezago.
Aquí, querido lector, me permito precisar lo siguiente: la formación integral de un alumno no sólo tiene que ver con aspectos instructivos, es decir, no basta con enseñar al alumno las ciencias pues hay cuestiones de educación y formación más profundas todavía que también deben potenciarse en el aula. Pero para que esto sea hecho se necesita, por fuerza, poder nutrir también la participación de las demás instituciones, (familia, sociedad, religión etc.) que exista un diálogo entre estas y podamos concluir cuáles son las necesidades que hay que pertrechar desde todos los círculos.
La educación, por tanto, no deviene únicamente de la institución llamada "escuela" sino de todas las que interactúan con el alumnado. Sin embargo, en el sistema capitalista imperante, la superestructura en la que convergen el nivel político, jurídico e ideológico de quiénes buscan preservar el poder político, las instituciones buscan únicamente hacer trabajadores "competentes", no con las necesidades del entorno o de los estándares internacionales de qué y cuánto deben saber los alumnos, sino, por el contrario, deben capacitarlos (y rápido) para poder engrosar el ejército de reserva que convierte en obreros calificados a aquellos quiénes, concluyen un currículum y ofertan su fuerza de trabajo al mejor postor.
En este sentido, queda claro que los intereses de las secretarías no son el de poder potenciar las habilidades matemáticas, el razonamiento lector y el pensamiento lógico, sino únicamente capacitar al "nuevo obrero"
En este sentido, queda claro que los intereses de las secretarías (obedeciendo al sistema imperante) no son el de poder potenciar las habilidades matemáticas, el razonamiento lector y el pensamiento lógico, sino únicamente capacitar al "nuevo obrero" para poder competir en el mercado laboral. Sin embargo, los resultados de la prueba Pisa, creaban inquietudes en la comunidad, pues está claro que no hay margen diferencial entre los jóvenes de un país y otro más que en sus condiciones económicas y sociales. Así, una sociedad que procure a sus alumnos, sabiendo que son estos los que el día de mañana puedan guiar a la nación, podrán satisfacer las necesidades básicas de alimentos, ropa, calzado y, aquellas espirituales en las que se pueda dotar de aspectos culturales, de conocimientos cada vez más profundos y que, con estos podrán interactuar con la sociedad.
Está claro que dentro de las instituciones se han dejado de proyectar, por ejemplo, las aptitudes que el trabajo cultural y deportivo mismas que potenciaban al alumnado, pues nuestra experiencia nos ha demostrado que dónde los ejes transversales operan, a través del desarrollo motriz, social, fraterno, existe, incluso, un mayor desarrollo en cuanto al currículum responde.
El tema de los nuevos modelos pedagógicos y su diseño para responder a las "nuevas necesidades" jamás buscarán transformar al hombre en el sistema imperante, se necesita pues, poder sembrar un nuevo sistema en el que podamos cosechar en terreno fértil las cualidades que los nuevos hombres necesitan. Y, para esto, equivocadamente necesitamos también de los parámetros internacionales que devengan de un estudio real y objetivo de las necesidades a las que se enfrentan no solo los 132 millones de mexicanos que somos, sino el mundo entero.
Es por esto, que la renuncia a la prueba Pisa en México, es como querer tapar el sol con un sólo dedo, sabiendo que el desarrollo de las competencias de nuestros alumnos aún siguen siendo deficientes pero haciendo que nada pasa, como si cerrando los ojos se acabara el mal. En México, necesitamos un nuevo modelo pedagógico que atienda a las necesidades de la comunidad estudiantil más necesitada, pero ¿dónde está?, ¿quién lo tiene? Aquí también, los Antorchistas levantamos la mano.
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