Tuve la oportunidad de platicar durante la semana que concluyó con decenas de familias de la zona sur de Culiacán. Acudí a sus domicilios y, para mi sorpresa, la mayoría de las familias –excepto aquellas que se encontraban muy ocupadas, que fueron pocas-, se mostró dispuesta a sostener una breve charla sobre la situación económica de su colonia. Encontré amas de casa, jubilados, profesionistas, microempresarios, empleados, desempleados, estudiantes, entre otros. La platica versó principalmente sobre las rutas que siguen para la adquisición de la despensa alimenticia de su hogar. Un 90 por ciento de los entrevistados dijo que acude a un conocido supermercado de la ciudad para hacerse de sus alimentos, y que lo hace principalmente porque encuentra bajos precios y variedad de productos, pero que resiente mucho la carestía; casi la totalidad de los entrevistados acude una vez por semana a los supermercados pero lo que ahí compra no le rinde para toda la semana por lo que la mayoría de las veces debe completar su despensa con compras en la tiendita de la esquina; eso sí, siente que cada vez le rinde menos el recurso: “en una vuelta al abarrote de aquí en frente, dos o tres cosas y ya gastaste 200 pesos” me dijo, agobiada, doña Juanita.
En más del 90 por ciento de mis entrevistados noté por sus respuestas una real preocupación por la situación económica familiar. La gente hace hasta lo imposible por estirar el presupuesto semanal para que le alcance para librar la semana. Se percibe una callada inconformidad y cierto desespero porque no se tiene más que para la comida, porque el encarecimiento de los productos no se detiene.
Y esta percepción de la muestra de culiacanenses que comento tiene una base real. “El precio de los alimentos en México tuvo un incremento de casi 14 por ciento a tasa anual en la primera quincena de abril, lo que fue casi el doble de la inflación general registrada en dicho periodo. Entre los alimentos destaca el alza en la tortilla, elemento básico en la dieta de los mexicanos, que fue de 17.42% en su comparación anual, mientras que las harinas de trigo aumentaron 16.62%” dice elsoldemexico.com, en nota del sábado 23 de abril.
Leo en eluniversal.com parte de una entrevista a Daniel Kerner, director para América Latina de Eurasia Group, una consultora internacional de análisis político y económico: “Hay dos cuestiones importantes actualmente en América Latina desde el punto de vista político y económico. Uno es el descontento social, que ya era fuerte antes de la pandemia, pero que se agravó aún más con la ella. Y después los países comienzan a recuperarse, pero con poco crecimiento y muy alta inflación. Los bancos centrales de América latina son de los que más han subido tasas de interés en el mundo.
Con la guerra se produce otro golpe inflacionario y esto se empieza a sentir muy fuertemente. (…) La economía regional cayó, murió mucha gente, se hizo más evidente la desigualdad, lo malos que son los servicios públicos. Y la salida ha estado marcada por un bajo crecimiento con alta inflación. Creo que ahora tenemos ese descontento agravado por la pandemia y por la inflación”.
Más adelante, ante la pregunta del entrevistador de qué efecto político puede tener una inflación más alta en la región, contesta el consultor, hablando sobre el descontento que provoca el fenómeno económico: “Y no solo de los pobres, también de las clases medias. Puede ser que algunos gobiernos lancen algunos programas sociales para ayudar a los más pobres pero las clases medias no van a recibir ninguna ayuda. Entonces yo creo que esto enoja a todo el mundo.” y dice después Kerner: “...Es que la inflación tiene un impacto muy directo sobre la gente, sobre el electorado, y los gobiernos no pueden hacer mucho para contenerla y para dar soluciones.” (…) “Yo creo que el descontento en América Latina va en aumento”.
Concuerdo esencialmente con la opinión de Kernel sobre el descontento, no así en la que vierte sobre la imposibilidad de acción del Gobierno. Los gobiernos pueden hacer, y mucho, para ayudar a las familias más desfavorecidas, pero no tienen un programa de gobierno popular. Éste es el caso del Gobierno de México. Parte de nuestro pueblo, pues a este Gobierno y a los mexicanos nos toca remediar ese error.
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