Voces autorizadas señalan que la pandemia de la covid-19 vino a mostrar en toda su crudeza el grave rezago del sistema educativo en nuestro país y la incapacidad del actual Gobierno federal para impulsar una educación de calidad y que se convierta en motor de desarrollo de México para que se pueda colocar a la altura de los países más desarrollados.
Basta mencionar que debido al confinamiento los niños y jóvenes inscritos a las instituciones educativas se vieron obligados a estudiar desde casa, es decir, no tenían que desplazarse y prácticamente solo tenían que pasar lista a través de las diferentes plataformas digitales. Sin embargo, de acuerdo con las estadísticas oficiales se tiene un balance de 2,83 millones de estudiantes que abandonaron sus estudios entre abril y agosto de 2020. O sea, los mexicanos afrontamos, además de pandemia, deserción escolar.
Especialistas en educación, desde hace varios años vienen señalando que la educación media superior, es el nivel escolar en el que históricamente ha registrado el nivel de mayor índice de deserción. Y se habla de que los habitantes de muchas entidades solo llegan a preparatoria. No hay necesidad de ser especialista en cuestiones económicas y sociales para darnos cuenta de que nuestro país, atraviesa por una grave crisis económica y muchos jóvenes, sobre todo los de familias humildes, pese a su temprana edad tienen que abandonar sus estudios para dedicarse a trabajar y contribuir con el ingreso familiar.
Como se ve el rezago educativo no es por la pandemia, es por la pobreza. Sobran testimonios que aseguran que muchos padres de familia antes de la pandemia no contaban con dispositivos digitales ni acceso a internet, aunado a ello se quedaron sin empleo o bajaron sus ingresos y es una de las razones por las que sus hijos no pudieron continuar sus estudios, a través de las clases a distancia. Los datos de deserción escolar prácticamente son similares con el incremento del número de mexicanos que cayeron en pobreza extrema dados a conocer recientemente por el Coneval, que fueron 2.1 millones que cayeron en situación de pobreza extrema, por lo que el número total subió de 8.7 millones a 10.8, una tragedia nacional que se traslada a la educación.
Varias Instituciones internacionales, entre ellos el Banco Mundial, advierten que la deserción escolar es particularmente preocupante. Tan solo con la educación a distancia evidenció la desigualdad. Muchos estudiantes abandonaron sus estudios por no contar con los recursos para adquirir las herramientas tecnológicas. De esta manera, nuestro país se enfila rumbo a un desastre generacional no antes visto en la historia de la educación en México.
Antes de la pandemia ya era lamentable el rezago educativo en nuestro país, pero ahora es mucho más debido a que el poder de la nación está en manos de un grupo que desprecia no solo la ciencia, sino a los propios estudiantes. Creo que a estas alturas todos sabemos que a pesar de la ola de contagios, es inminente el regreso a clases presenciales para el próximo ciclo escolar, sin embargo el presidente Andrés Manuel López Obrador y la titular de la Secretaría de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, no dicen si la federación va a destinar recursos para acondicionar la deteriorada infraestructura educativa y reúna las condiciones sanitarias requeridas para evitar contagios. Por lo que ahora hay otro problema más, el riesgo de la salud de los alumnos en su regreso a las aulas.
De tal manera que a la luz de las consecuencias que han arrojado la pandemia y la deserción escolar, es momento de que los padres de familia, maestros y estudiantes a una sola voz exijamos que se destinen los recursos suficientes del erario público para alcanzar una educación de calidad, teniendo en primer lugar escuelas dignas que reúnan las condiciones óptimas de sanidad para impartir clases seguras.
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