La situación del país va de mal en peor, y la inseguridad se ha convertido en una de las principales demandas de la población mexicana. En Guerrero, esta problemática se ha agravado en el último año, dejando heridas profundas en las familias de las víctimas de actos atroces.
El pasado 12 de abril se cumplió un año del asesinato de nuestros compañeros de lucha, Conrado Hernández, Mercedes Martínez y su pequeño hijo de seis años, Vladimir.
Para Antorcha, Conrado Hernández y familia no murieron; ellos siguen vivos, porque “morir por Antorcha no es morir, morir por Antorcha es vivir”.
Lamentablemente, este crimen atroz sigue impune, sin que el Gobierno del estado de Guerrero o el Gobierno federal hayan hecho justicia, a pesar de sus compromisos. Desafortunadamente, la situación de inseguridad en Guerrero no ha mejorado desde entonces.
En los últimos meses, hemos sido testigos de una serie de actos violentos que han sacudido a la sociedad: el asesinato de una maestra, el hallazgo de varias cabezas humanas en un automóvil en la capital, el asesinato de un profesor frente a la Universidad Autónoma de Guerrero y enfrentamientos entre grupos armados en diferentes municipios.
Incluso, municipios como Taxco de Alarcón, Petatlán y la región de Tierra Caliente han caído bajo el control total del crimen organizado. Ante esta situación de violencia, desatención por parte del Gobierno y en consecuencia la falta de esclarecimiento del asesinato de nuestros compañeros, ya pasando un año de haber sucedido, el Movimiento Antorchista Nacional decidió realizar una manifestación pacífica en Chilpancingo, con el objetivo de honrar la memoria de nuestros compañeros y exigir justicia.
Ellos entregaron sus vidas en la lucha por un país más justo y equitativo, donde la población más vulnerable tuviera acceso a los servicios básicos y mejores condiciones educativas.
Es imperativo que las autoridades asuman su responsabilidad y tomen medidas efectivas para garantizar la seguridad de los ciudadanos y hacer justicia por los crímenes cometidos.
La impunidad no puede seguir siendo la norma en un estado que clama por un cambio real. Nuestros compañeros no murieron en vano, y su legado debe inspirarnos a continuar la lucha por un Guerrero y un México más seguros y justos para todos.
Por ellos, que dieron la vida por la lucha de Antorcha, porque para Antorcha no murieron; ellos siguen vivos, porque “morir por Antorcha no es morir, morir por Antorcha es vivir”: Hasta siempre, camaradas, su lucha sigue en pie y no dejaremos que su muerte sea en vano.
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