México es considerado como uno de los países con mayor diversidad cultural dentro de sus fronteras; la danza es una muestra evidente de esto.
En el estado de Hidalgo, en la región de la huasteca, existe una localidad llamada Ixtaczoquico, que pertenece a Xochiatipán. Ixtaczoquico es una comunidad indígena con alrededor de 945 habitantes, los cuales no disponen de los servicios básicos y elementales que toda población debería de tener en pleno siglo XXI. Carencias como luz eléctrica, agua potable, alumbrado público, drenaje, educación, espacios recreativos, viviendas dignas, sanidad, calles pavimentadas, etc., abundan en la comunidad. En otras palabras, su desarrollo económico se haya estancado desde hace muchos años y eso ha impedido que sus habitantes mejoren su calidad de vida no sólo en lo que a cuestiones económicas se refiere sino a social y culturalmente.
A pesar de su precaria situación, sus habitantes han hecho importantes esfuerzos por dedicarle su tiempo y su vida a la conservación de sus danzas, las cuales son verdaderos tesoros culturales de la zona huasteca ya que provienen de muchos siglos atrás.
Las danzas son una acción ritual con un fin mágico religioso. Son un obsequio, una súplica a aquellos seres que son considerados superiores y que pueden provocar, en el hombre o mujer que la ejecuta, un envolvimiento de magia que lo traslada a planos en donde puede llegar a encontrarse con aquellos seres a los cuales ofrenda. Muchas veces a través de la danza se produce una especie de auto hipnosis en los danzantes y un éxtasis hipnótico en la comunidad. Es el caso de la danza de Cuanegros de Ixtaczoquico. Su nombre tiene origen en el náhuatl: cuahuehue (viejo de madera) y tlaquastecapantlalli (tierra de la Huasteca). Al paso de los siglos cuahuehue se transformó en Cuanegros (los viejos que danzan con máscaras de madera), y tlaquastecapantlalli, los que están o danzan en la tierra de la Huasteca.
Esta danza es practicada en las festividades del Xantolo, pero poco a poco se ha ido perdiendo, y las causas se deben principalmente a los problemas económicos y sociales de su localidad. Los jóvenes, ante la incertidumbre de poder solucionar sus carencias económicas ya no están interesados en aprender a tocar los instrumentos con los que se interpreta la música de la danza (factor fundamental para su práctica); ni a danzar junto a sus padres. En la mayoría de los casos no es porque no quieran hacerlo, no se debe a que quieran dejar en el olvido las tradiciones de sus ancestros sino a que antes de poder satisfacer su necesidad espiritual necesitan satisfacer su necesidad material.
En los últimos años la tendencia que han seguido los jóvenes es la de emigrar a las ciudades a buscar una mejor calidad de vida y han dejado en el olvido a su comunidad, han dejado a Ixtaczoquico sin brazos jóvenes y vigorosos que ayuden a que la situación material mejore y que permitan que continúen sus costumbres.
La danza de Cuanegros es una muestra de lo que padecen muchas de las danzas de nuestro país que están en riesgo de desaparecer. El tiempo pasa y las cosas van cambiando pero hay elementos que permanecen; la cultura es uno de ellos. La desaparición de las danzas también es la desaparición de la identidad de los pueblos. Es claro que el factor económico juega un papel fundamental y que si en nuestro país siguen existiendo tantas carencias materiales, los hombres siempre van a preferir luchar por subsistir físicamente, dejando de lado el alimento espiritual. El rescate de las danzas no se dará por obra de los seres a los que se les rinde culto, se dará cuando los hombres a los que les pertenecen puedan dedicar un poco de su tiempo a practicarlas y rescatarlas y no toda su vida a trabajar para mal vivir.
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