La tormenta que tocó tierra el 19 de junio en tierras neoleonesas, muy anhelada por la mayoría debido a las intensas lluvias que traería a la entidad para aliviar la extensa sequía que se había prolongado durante meses, ya estaba causando estragos graves para la gente de Nuevo León y en buena parte del territorio nacional.
Las lluvias fueron intensas y permitieron el llenado casi al máximo de las presas que abastecen agua, principalmente a la zona metropolitana de Monterrey y alrededores. Esto también trajo el reverdecimiento de los pastos para los ganaderos y cultivos que esperaban con ansias las lluvias para tener mejor producción en el campo.
En la zona sur de Nuevo León, muchos tramos carreteros quedaron destrozados por el agua, y casas quedaron inundadas por las intensas lluvias. En algunos poblados fue necesario llevar a la gente a albergues.
Como todo efecto natural que ocurre en nuestra tierra, también trae consigo consecuencias que, cuando no se está preparado para ellas, terminan en desastre natural y, al final de cuentas, a alguien perjudican.
Tal es el caso de la zona sur de Nuevo León, donde muchos tramos carreteros quedaron destrozados por el agua de ríos o arroyos, y casas quedaron inundadas por las intensas lluvias. En algunos poblados fue necesario llevar a la gente a albergues para evitar los riesgos por el aumento del cauce de arroyos y ríos.
La respuesta, aunque a primera vista se ve que es pronta, no es lo necesario para ayudar a las personas que están sufriendo porque perdieron parte o todo su patrimonio.
Los apoyos para las familias en algunos poblados sólo se quedaron en promesas, dejando a la deriva a la población. Como siempre, aplicarán la política del olvido, dejarán que el tiempo pase para que la gente ya no hable del tema y la ayuda sólo se quedará en promesas.
El desaparecido Fonden, que en algo ayudaba en estos casos extremos de desastres naturales, ya no está. El Gobierno de la 4T lo eliminó de un plumazo, sin importarle las consecuencias que esto acarrearía a la población, sobre todo a la más vulnerable.
Reza un dicho popular: “Después de la tormenta viene la calma”, pero como vemos, para algunos no sucedió así. En el municipio de Santa Catarina, conurbado de la zona metropolitana, más de 85 mil familias se quedaron sin agua debido a que el cauce del río, con el mismo nombre del municipio, dañó los ductos que alimentan de agua a la población.
La lentitud de las autoridades de todos los niveles llevó a la gente a la desesperación. Por un lado, nos alegramos del agua que permitió el llenado de las presas, pero por otro, las autoridades no respondieron pronto para resolver este tema del suministro de agua a este sector de la población.
Desde este medio, aprovecho para denunciar la falta de apoyo a las familias en el sur de Nuevo León que están sufriendo, y la recuperación de lo que tenían les tardará, incluso años, en recuperarlo. Viviendas, pertenencias, cultivos y más se perdieron y no hay un verdadero apoyo o programa emergente para subsanar lo que se perdió.
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