La doctrina social del marxismo es revolucionaria y se fundamenta en el materialismo histórico y en la lucha de clases. Como su nombre lo indica, es una ley explicativa de la historia que asigna, en el proceso del desenvolvimiento social, un papel primordial y esencial a los fenómenos de orden económico.
Para el marxismo, la sociedad se funda en el hecho de la producción; el hombre, en su esencia, no es sino un ser productor. Cuanto más se desarrolla el ser, mejor produce.
Morena y sus frases huecas tienen un objetivo claro: tergiversar la lucha al servicio de la burguesía; adormecer la conciencia del pueblo.
El proceso de la producción se efectúa de manera que los hombres casi no se dan cuenta. Este hecho lo explica Marx diciendo que “en la producción social, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias e independientes de su voluntad”.
Estas relaciones de producción corresponden a un determinado grado de desenvolvimiento de sus fuerzas productivas materiales.
No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad, sino al contrario: la realidad es la que determina su conciencia. Del mismo modo que no se puede juzgar a un individuo, un partido o un proceso histórico por la idea que tiene de sí mismo.
Lo que un individuo o un partido político diga de sí mismo sobre su papel histórico, para hacer un juicio verdadero, debe constatarse en los hechos.
Partiendo de este modo, los repetibles discursos y frases de Morena no se pueden pasar desapercibidos, sobre todo una que repiten con mayor frecuencia, y que es eso que autodeterminan “Cuarta Transformación”. Ciertamente suena atractivo, sobre todo cuando no se conoce el proceso histórico y las leyes que lo rigen. Pero ¿qué es la Cuarta Transformación?
En primer lugar, se dicen descendientes y continuadores de tres luchas sociales, que son la Independencia, la Reforma y su antecesor inmediato: la Revolución de 1910. De esto se destaca que han elegido para definirse el concepto de transformación y no el de revolución.
En su programa de partido no plantean revolucionar la realidad; el objetivo de su gobierno es continuar con el proceso de las tres fases (Independencia, Reforma y Revolución), que jugaron en su momento —cierto— un papel importante en el desarrollo de la historia. Tuvieron como objetivo superar el sistema feudal por el burgués.
Debemos reconocer que en sus inicios la burguesía fue revolucionaria; tuvo como objetivo desterrar todo vestigio de peonaje. Pero hoy esa burguesía, que en sus inicios fue revolucionaria, se ha vuelto una burguesía reaccionaria, acumulando riquezas absurdas en pocas manos a costa de la explotación y miseria de las mayorías.
Cuando se nos dice que esa “Cuarta Transformación” es en beneficio de los pobres de esta patria, es una falacia. No toca los problemas de fondo; la injusta distribución de la riqueza queda intacta. No plantea distribuir la riqueza de manera equitativa, porque distribuir la riqueza es una forma ya de revolución. Al contrario, su tarea es mantener la riqueza subsidiándola.
Queda claro, pues, que Morena y sus frases huecas tienen un objetivo claro: tergiversar la lucha al servicio de la burguesía, adormecer la conciencia del pueblo.
El capitalismo no puede resolver las contradicciones que él mismo ha creado; está incapacitado para salvarse a sí mismo, necesita ser superado.
He ahí la necesidad de la creación de un partido de nuevo tipo, un partido que defienda nuestros intereses de clase, que imponga salarios que nos permitan vivir dignamente, empleos para todos los que tengan edad de trabajar, que logre que todos los pobres tengamos vivienda digna y que todo lo que produzca el hombre pueda gozarlo.
Este partido que se necesita crear tiene que ser obra del pueblo mismo, pero un pueblo consciente, valiente y dispuesto a luchar, en pocas palabras, el pueblo organizado en el Movimiento Antorchista. Es momento de que el gigante despierte, o como dijo Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario